Hoy volvemos a leer la declaración que hicieron los hermanos del
PREJUVI CENTRO en la ciudad de Querétaro:
¿Cuántas muertes más necesitamos para darnos cuenta que vamos por un rumbo errado?
¿Cuánta sangre necesitan ver los que manejan este país para darse cuenta del fracaso de su proyecto?
La violencia que vive hoy nuestro país es resultado de un proceso de fragmentación que se viene realizando desde décadas y siglos anteriores.
La ambición de dinero, fama y poder que generan los mismos modelos sociales actuales es lo que ha acelerado el crecimiento de la violencia.
Cuando el joven no tiene las posibilidades de acceder a ese dinero, a esa fama o a ese poder, que la misma sociedad de consumo le inculca, busca otras opciones para lograrlo.
La cultura de lo fácil, de lo emocionante y de la inmediatez, está creando individuos deseosos de lograr lo mucho con el menor esfuerzo.
Hay una incapacidad para descubrir la sencillez del Dios que nos llama a construir la vida y a valorarla en todas sus formas.
El problema de la violencia es cultural. Necesitamos de un pacto social entre el Estado, la Sociedad Civil, las Iglesias, la educación y las empresas para cambiar la cultura pragmática que nos lleva a la ruina.
Como mexicanos, tenemos grandes riquezas culturales que hoy necesitamos fortalecer para hacer frente a la cultura de violencia. Necesitamos recuperar las raíces indígenas que nos educaron en el sentido comunitario, recuperar aquellos valores religiosos que nos dieron el sentido de hermandad y solidaridad con el necesitado y necesitamos recuperar la confianza el que camina a nuestro lado.
Alcemos nuestras velas y enviemos nuestra luz al norte, al occidente y al sureste de México. Pidamos por la paz de nuestro país, pidamos por la dignidad para que cada mexicano se sienta valioso e importante, para que cada mexicana se sienta valiosa e importante, para que cada muerte mueva la conciencia de quienes dirigen este país hacia la desgracia.
Somos cristianos y católicos que creemos que el rumbo está en la justicia, en la fraternidad y en la capacidad de incluir al otro.
P. Jorge Atilano González Candia SJ
Vocaciones Jesuitas
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