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Mostrando entradas de julio, 2014

Trinidad omnipresente

Somos carne que siente por la sangre que ebulle en su interior. Somos cuerpo que percibe los impulsos del instinto y la pasión. No es la razón la que manda al deseo, sino el deseo que gobierna a la razón. ¡Nos creemos tan libres!, ¡nos sentimos tan fuertes!… Pero pronto volvemos a sabernos animales. Nuestra carne, inhabitada de afectos, se manifiesta como soberana de la vida. Nuestra carne, alimentada por pasiones, reclama su primacía y desplaza a la razón soberbia. Nuestra sangre corre como el agua más diáfana que desciende de las montañas cual torrente imparable; como río que erosiona la tierra y arrastra las piedras de nuestra inteligencia racional. Nuestros cuerpos, débiles y fuertes, lo han vivido, lo han agradecido y padecido. Carne propia y ajena que vuela hasta su nido, que regresa a su origen. Sangre ardiente en las moradas del generoso y del mezquino. Cuerpo-amigo-eterno, Carne-alimento-amable, San