La diferencia capital no es la que hay entre todo o nada, sino la que hay entre todo y casi todo. El problema no es tanto lo que das –que puede ser mucho y buenísimo–, como lo que te reservas –aunque sea poco e insignificante–. Es ese ‘fondo reservado’ el que, de golpe, te pasa factura. Uno reconoce que ha vivido a fondo, que se ha entregado generosamente, que ha dado mucho; pero, aun así, por poco honesto que sea consigo mismo, descubre como un resto de insatisfacción todavía no exorcizado, una insobornable sensación de que algo falta, de que esa carta que uno guarda disimuladamente bajo la manga tiene también que entrar en el juego, si no quiere que le quede fijada en el rostro esa sonrisa que muestra sólo la mitad del alma. […] Aún estamos a tiempo de echar esa calderilla existencial sobre la mesa y sumarla al resto. Poco o mucho, eso es lo que tenemos y eso es ‘todo’ lo que podemos ofrecer. Quizá no más, pero tampoco menos. Marc Vilarassau, SJ. (qepd)