Gritamos nuestro sentimiento de impotencia,
gritamos nuestro dolor al ver a nuestra sociedad fragmentada y a miles de
ciudadanos desorientados, gritamos la denuncia de las injusticias que afectan a
millones de mexicanas y mexicanos en todo el territorio nacional.
Pobreza, exclusión, discriminación, desempleo,
salarios de hambre, feminicidios, migración, secuestros, extorsiones, robos y
otras múltiples violencias. No debemos olvidar que muchas de éstas injusticias
están sostenidas por la ambición de una gran parte de los miembros de nuestra clase política que, en vez de velar
por el bien común, se dedican a ver por sus intereses particulares o de sus
partidos políticos.
Otros males que aquejan a nuestras familias
proceden de lo que se ha denominado "La delincuencia organizada", pero ¿qué es la delincuencia
organizada? Puede sonar algo abstracto, entremos a los concretos: la
delincuencia organizada son personas como tú y como yo, que han sufrido
carencias, como tú y como yo… Lo que
llamamos “delincuencia organizada” o “crimen organizado” no consiste en seres
monstruosos que despiertan cada día sedientos de sangre…. Se trata de hombres y mujeres como cualquiera
de nosotros (muchos menores de edad) que fueron abandonados y maltratados por
miembros de sus propias familias, adolescentes u jóvenes que, sedientos de
amor, buscaron a alguien con quien hablar y desahogarse, y no lo encontraron,
hombres que buscaron trabajos honrados para sostener a sus familias, pero tras meses
de desempleo, desesperados, se dejaron seducir por las promesas del crimen
organizado. Probablemente la mayoría de
los miembros de la delincuencia organizada viven desencantados de la vida, tienen
resentimientos con la sociedad, con los explotadores, con sus propias familias
muchas veces. La violencia ha sido el único modo que encontraron para expresar
su inconformidad; ellas y ellos han creído que el dinero y el poder son el
camino de la felicidad, pero nosotros sabemos que no se puede ser feliz a costa
del dolor de los demás. ¿Cómo podría vivir feliz alguien que vive torturando,
secuestrando, violando y asesinando a otras personas?
Desgraciadamente, nosotros conocemos ya muchas
historias de muerte y de dolor, hemos visto caer bajo las balas a muchos
inocentes, también hay varios aquí presentes a los que les han secuestrado
algún familiar o amigo; quizá a la mayoría ya los han extorsionado por
teléfono, y a una buena parte les han llegado a cobrar cuotas a sus tiendas, a
sus talleres, incluso a sus puestos del tianguis. Todos, de un modo o de otro
estamos siendo víctimas de la desintegración social y de la violencia asociada
al narcotráfico.
Entonces, ¿Por qué gritamos en este mes de
septiembre?
Hoy queremos gritar que no estamos de acuerdo
con esta realidad plagada de injusticias
que todos experimentamos. Nos estamos dando cuenta de que el CONSUMISMO y el
INDIVIDUALISMO son los motores de un SISTEMA que nos va aplastando, que
esclaviza a las mayorías y hace que unos cuántos sean cada vez más ricos.
Gritamos
NO A LA VIOLENCIA, Gritamos nuestro DESEO DE PAZ. En esta tarde (noche)
Gritamos que NO QUEREMOS VIVIR CON MIEDO y les decimos a todos los hombres y
mujeres que trabajan para el crimen organizado que creemos en ellos, les
gritamos que CREEMOS QUE PUEDEN CAMBIAR. Les pedimos desde lo más hondo de
nuestros corazones que dejen de lastimar a nuestras familias, y les ofrecemos
nuestro testimonio de trabajo honesto, como signo de que es posible vivir
dignamente sin necesidad de asaltar, extorsionar, secuestrar, vender drogas o
asesinar.
A ustedes, hermanas y hermanos que forman parte
del crimen organizado, les Gritamos NUESTRA ESPERANZA, La Esperanza de que si
trabajamos juntos en comunidad, llegará un día en que podremos vivir todos en
Paz y en Armonía. A todos los mexicanos, desde aquí, desde la Parroquia de San
Ignacio de Loyola en Chalco, les compartimos NUESTRA ESPERANZA porque todos
hemos visto los signos del Reino de Dios entre nosotros. ¿En dónde están estos
signos? ¿Cuáles son las semillas de Esperanza?
Encontramos Esperanza en cada hombre y mujer
que se levanta a las 3 o 4 de la mañana para tomar el transporte público (combi, pecera, metro en combinación) realizando traslados de hasta tres horas para poder llegar a su centro de trabajo en el Distrito Federal (Hay quienes pasan entre 4 y 5 horas diarias en el transporte de ida y vuelta). Encontramos la Esperanza
en cada joven y adolescente que se esfuerzan por seguir estudiando mientras sus
familias les pueden apoyar.
Encontramos signos visibles del Reino en cada padre
o madre de familia que se sacrifica todos los días para que sus hijos puedan
estudiar la primaria, la secundaria, la preparatoria y en casos muy contados,
la universidad.
Gritamos de AGRADECIMIENTO a Nuestro Dios
Padre- Madre que nos sigue dando la posibilidad de despertar cada día; le
agradecemos que no sentimos sus hijas e hijos muy Amados cuando en medio de las
dificultades, salen personas a nuestro encuentro, y nos ayudan para seguir
adelante. Creemos que Jesús está Vivo en cada uno de los corazones de las
personas que viven atentas a las necesidades de los demás y hacen lo que está de
su parte para remediarlas. Nuestro Dios es un Dios de Vivos y no de Muertos,
por eso ESPERAMOS con FE ese día en que nuestras comunidades puedan vivir con
armonía y veamos a nuestros hijos crecer alegres y sin carencias materiales, un
día en que todas nuestras familias sean núcleos de fraternidad, escuelas de
unidad y de AMOR.
Pero tenemos que trabajar para que llegue ese
día. No podemos quedarnos con los brazos cruzados. Hemos de luchar, empezando
por nuestra propia persona, familia y barrio, para ir mejorando nuestras
condiciones sociales sin esperar todo del gobierno de turno. Es NUESTRA
ESPERANZA la que nos mueve a transformar la Historia, haciéndonos responsables
de nuestro destino. No olvidemos que “cada quién cosechará lo que haya
sembrado”.
Eduardo Anaya Sanromán, SJ
Chalco, Estado de México.
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