Elosanto Medina SJ (PAR) y yo partimos de Santiago de Chile
el 5 de diciembre de 2017 para vivir una experiencia de colaboración de
temporada navideña con el SJPAM (Servicio Jesuita a la Panamazonia). Hicimos
escala de un día con su noche en Bogotá para conocer la ciudad y convivir con
los jesuitas de la comunidad del CIF San Francisco Javier. El día 6 volamos de
la capital colombiana a Leticia, una pequeña ciudad a la que sólo se puede
llegar en avión o por río. Los padres
Valerio Sartor (BRA) y Alfredo Ferro (COL) nos dieron una cálida acogida.
Al
día siguiente los estudiantes de teología de los CIF’s[1] tuvimos nuestra Jornada de
inducción a la experiencia apostólica en Leticia. El SJPAM trabaja en red con diferentes instancias civiles y religiosas de
los tres países que comparten la frontera: Brasil, Colombia y Perú. En la
jornada aprendí que la mayoría de las familias de las comunidades ribereñas
viven en casas de palafito. Que, desafortunadamente, hay corrupción, impunidad,
incapacidad, mediocridad y omisiones de las autoridades estatales para impedir
la explotación de personas (laboral y sexual: trata y tráfico) y para evitar la
caza y pesca furtivas y la extracción ilegal de maderas, minerales y otros
recursos naturales no renovables. Que en la selva amazónica hay una gran
riqueza de cosmovisiones y espiritualidades y entre los pueblos originarios de
la región están los Tikunas y los Yaguas.
Puesto de Misión en Islandia (Perú)
Estar, orar,
acompañar, contemplar, caminar, reír, llorar, cantar, comer, abrazar, escuchar,
animar, nadar, remar, sudar son algunas de las actividades realizadas por las y
los misioneros de la triple frontera amazónica (Brasil, Colombia y Perú).
Fabio
Solti SJ (ARU) y yo fuimos destinados a colaborar con el equipo itinerante del
Proyecto Intercongregacional Panamazónico. Islandia, conocida como la Venecia
del trapecio amazónico, es la sede de
un puesto de misión del Vicariato Apostólico de San José del Amazonas, donde
han colaborado religiosos y seglares durante varios años[2].
En Islandia los católicos
son minoría, la mayoría de familias y personas pertenecen a alguna de las tres iglesias evangélicas y pentecostales,
a saber: la Iglesia Israelita del Nuevo Pacto, la Iglesia pentecostal y el
Movimiento Misionero Mundial (MMM).
Actualmente
el equipo misionero de Islandia está formado por cinco religiosas y un
sacerdote: Ivanés María Fareto (56 años, de las hermanas de la Inmaculada
Concepción, Santa Paulina), Eunice Concepción de Souza (39 años, de las
Franciscanas del Sagrado Corazón de Jesús), Zelia Gómez (46 años, de las
Misioneras de Jesús Crucificado), Fátima Batista Jorge (58 años, de las
Hermanas de Nuestra Señora de la Caridad del Buen Pastor), María Emilia Molenda
Kuche (71 años, de las Misioneras de Jesús Crucificado) y César Caro (48 años,
español, sacerdote ex-salesiano, incardinado en Diócesis de Extremadura).
La misión del proyecto es promover que las comunidades indígenas y ribereñas tengan una vida más digna y más plena. Para ello las hermanas y el padre César visitan a las comunidades a las que únicamente se puede acceder por el Río Yavarí. En la primera visita hacen contacto con las autoridades indígenas o campesinas y se presentan. En las visitas subsiguientes se encuentran con las familias de cada lugar y entablan un diálogo respetuoso para escuchar las necesidades y problemáticas de las comunidades. A partir de las necesidades que cada comunidad les refiera, el equipo itinerante hace una propuesta de acción e intervención socio-pastoral.
Tres son los sonidos de los motores
con los que crecen los niños de la triple frontera amazónica: el corazón de su
madre, la motosierra de su padre y el motor del bote de su abuelo.
Una
de las principales problemáticas es la desnutrición infantojuvenil. Las familias se mantienen de la
yuca, el arroz y el plátano que complementan con el pescado. En algunas
comunidades es frecuente que quienes
tuvieron buena pesca les comparten a los que no pescaron nada, pero
desafortunadamente en otros lugares si el padre no pesca, ese día no hay
pescado para sus hijos, y tienen que conformarse con plátano y yuca. Por tanto, existe un elevado índice de
desnutrición infantil. Otra de las
problemáticas de las comunidades indígenas y ribereñas de Amazonía es el
insuficiente acceso a servicios de salud/sanidad. En la comunidad Japón conocimos a Regner quien sufrió una
accidente en el campo y casi pierde una pierna, por falta de antibióticos.
Afortunadamente consiguió el medicamento y la herida iba sanando.
También
fuimos testigos de la carencia de energía eléctrica que es necesaria para
bombear agua – necesaria para cocinar, lavar ropa o bañarse – del río a las
casas. Es común ver que las mujeres de las familias más pobres bajan todos los
días al río para lavar ropa. Algunas casas tienen instalaciones eléctricas muy
básicas (rústicas) que funcionan con generadores o plantas de energía a
gasolina. Otra
problemática de la triple frontera es el insuficiente acceso a la educación. En
Islandia, hay un internado para niñas y niños de comunidades ribereñas (12 a 18
años) que son enviados por sus familias para estudiar con todos los riesgos que
esto implica. Desafortunadamente, como consecuencia de la pobreza y de la
marginación, se ha propagado la siembra, producción y distribución de drogas al
interior de la selva. Han llegado grupos de narcotraficantes a reclutar
personas de familias empobrecidas y a desplazar comunidades para apropiarse de
su tierra, sembrar y cultivar para comercializar la droga.
También
operan redes de trata de personas que trafican y esclavizan (prostitución
forzada y explotación sexual comercial infantil) principalmente a mujeres
menores de edad. En los tres países se han incrementado los índices de
suicidios en el grupo de infantes y adolescentes. Del lado brasileño hay
algunas organizaciones que realizan esfuerzos para combatir esta problemática
como “Un grito por la vida”[3].
En Islandia aprendí que existe una serie de protocolos vinculantes entre
Iglesia y estado que incluyen asistencia y coordinación en ciertos eventos y
acontecimientos socio-políticos.
Atenta convocatoria.
Animo a todas aquellas personas que se interesen por la
conservación de la Amazonia y sus comunidades a que estudien y se contacten con
las organizaciones locales que están luchando por la vida digna de las
personas, combatiendo la trata de personas, trabajando por el cuidado del medio
ambiente. Se necesitan muchos voluntarios y misioneros que se atrevan a
entregar parte de sus vidas para preservar las maravillas de la Amazonia. Se
hace urgente favorecer la reconciliación, la paz y la fraternidad en esta
hermosa región de nuestra Madre Tierra. Ayudará mucho que se ofrezcan a colaborar
personas con formación en las áreas de salud y nutrición, cuidado del medio
ambiente, vida social y familiar, cultura de paz, proyectos productivos,
economía social y solidaria, etc). Pero
lo más importante es que sean personas capaces de dejar su zona de confort
(seguridades, comodidades) para trabajar en favor del bienestar de la
comunidad. Los apoyos económicos también son bienvenidos tanto en el Proyecto Intercongregacional Panamazónico
como en el SJPAM.
Agradezco
a Dios Nuestro Padre y a Nuestra Señora María, Madre de la Iglesia, por la posibilidad de vivir esta experiencia
de colaboración con los misioneros que entregan la vida en la triple frontera.
Mi
agradecimiento y reconocimiento para Valerio Sartor SJ (BRA) y Alfredo Ferro SJ
(COL) quienes son la prueba viviente de que sí se puede trabajar en redes que
articulan distintas organizaciones e instituciones (asociaciones de la sociedad
civil, ONG’s, congregaciones religiosas, universidades, etc), de que sí se
pueden construir puentes que favorecen el crecimiento humano, el desarrollo
integral, la paz y la reconciliación entre los pueblos.
Un
agradecimiento especial al equipo del Proyecto
Intercongregacional Panamazónico de Islandia (Perú). Haberles conocido me
ha cuestionado mucho mi forma de vivir como religioso. Confío en que el Señor
les seguirá dando la fuerza y la gracia para seguir reflejando el rostro
misericordioso de Jesús a las personas, familias y comunidades que acompañan
pastoralmente.
A
la mayor gloria de Dios,
Eduardo
Anaya Sanromán, SJ (MEX)
Correo
electrónico: laloanaya@gmail.com
[1]Centros Interprovinciales de Formación. La CPALSJ posee tres
CIF’s en América Latina, respectivamente: San Ignacio, Belo Horizonte (Brasil),
San Francisco Javier, Bogotá (Colombia) y San Pedro Fabro, Santiago (Chile).
[2]La labor del equipo misionero
contempla las prioridades del Vicariato apostólico en términos de acción
evangelizadora.
[3] Ver Blog de la Red “Un grito por la vida” disponible en:
http://gritopelavida.blogspot.cl/%C2%A0y
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