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¿Cómo puedo saber si tengo vocación a la vida religiosa o sacerdotal?


Con cierta frecuencia me han preguntado diferentes personas ¿Cómo descubriste tu vocación?

Lo primero que podría decir es que la vocación no se descubre de la noche a la mañana. No es algo que se nos revele sorpresivamente. Descubrir nuestra vocación es más bien un proceso de varios años. Uno de los riesgos que se tienen al pensar en la vida religiosa es la idealización. Esta idealización puede tener varios sentidos:

1) La vida religiosa/sacerdotal es más perfecta (más agradable a Dios).

En muchas personas prevalece la idea de que la vida religiosa es más perfecta que la vida laical. El influjo de ciertas tradiciones ha hecho que pongamos en un nivel superior al de los laicos o seglares al obispo, al sacerdote, a la monja, al fraile, etc. Lo cierto es que no hay una vocación más perfecta que otra, ningún camino es mejor que otro. Todos los caminos nos llevan a Dios, todos los estados de vida (soltería, matrimonio, sacerdocio, vida consagrada) tienen la misma validez para la realización humana y cristiana porque en todos se puede buscar y hallar la voluntad de Dios. “Todos los vagones llevan al mismo destino: Dios”.

2) Los religios@s y los sacerdotes no tienen problemas de afectividad-sexualidad.

Por décadas se nos ha transmitido una imagen del religios@ como una persona pura, casi angelical, que después de su consagración ya no siente atracción sexual por otras personas. Esta es una caricatura, una idea distorsionada de la vida religiosa porque los religios@s son de carne y hueso. Algunos idealizan y piensan que al entrar a la vida religiosa todos sus problemas relativos al mundo afectivo-sexual se les van a resolver. La sexualidad es un ámbito complejo y una dimensión humana inacabada. Y en esta dimensión –tanto como en la dimensión espiritual, intelectual o estética - siempre estamos en proceso.

Varios expertos en sexualidad consideran que muchos de los abusos sexuales de religiosos a menores tienen que ver con una afectividad no cultivada, con una sexualidad reprimida. Afortunadamente como Iglesia, estamos haciendo cosas para mejorar en la formación de la afectividad de sacerdotes y religiosos. En la Compañía de Jesús recibimos formación pertinente sobre afectividad/sexualidad y tenemos espacios de acompañamiento integral.

Una de las motivaciones falsas para entrar en la vida religiosa tiene que ver con haber fracasado en las relaciones interpersonales y/o de pareja. Por lo tanto, personalmente, creo que ayuda mucho a un candidato o candidata a la vida religiosa el haber tenido experiencias de noviazgo porque ¿cómo puedo decir que quiero dedicarme a amar a todas las personas desde la vida religiosa si no he podido amar o dejarme amar por una persona concreta?


3) Los religios@s son muy amigos entre sí y viven una gran fraternidad.

En todos los grupos humanos hay dificultades, y la vida religiosa no es la excepción. En nuestras comunidades estamos invitados a ser compañeros para la Misión, “amigos en el Señor” y por eso luchamos cada día. Sin embargo, en ocasiones tenemos diferencias, y discutimos o nos enojamos como lo hace cualquier miembro de una familia o empresa. En las primeras comunidades cristianas también había discusiones. (Leer 1ª Carta de Pablo a los Corintios, versículo 12) Muchas veces las diferencias y los desacuerdos ayudan para madurar como comunidad. En la vida religiosa (lo mismo que en los demás estados de vida) “no todo es miel sobre hojuelas”.

Experiencia de Dios y servicio desde la vida religiosa sacerdotal.

Todos sabemos que la experiencia de Dios va siempre acompañada del servicio a los demás. Además, la Misión de los religios@s tiene como uno de sus objetivos seguir a Jesús desde el servicio a los más necesitados. Pero ¿Cómo puedo saber si me gusta o no me gusta la vida religiosa/sacerdotal? Pues ensayando. Tener experiencias de servicio como colaborar en un grupo juvenil, asistir a Misiones de Semana Santa o Misiones de Navidad; participar en algún voluntariado con migrantes, en educación popular, participar en la catequesis de una parroquia, hacer visitas a enfermos, etc. ayuda mucho para discernir la vocación a la vida religiosa o sacerdotal.  Los jesuitas ofrecemos la experiencia de Prenoviciado (vivir y colaborar en una comunidad jesuita de seis meses a un año) para facilitar el discernimiento vocacional. 

Comparto unos testimonios de jesuitas latinoamericanos que pueden ayudar en nuestras búsquedas:


Comparto también una liga sobre la vida y experiencia de Ignacio de Loyola y los primeros jesuitas que puede iluminar en tu proceso de búsqueda.


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