“Señor, tú me sondeas y me conoces; sabes cuando me acuesto y me levanto. Tú me creaste y me conocías desde que estaba en el vientre de mi madre. ¿A dónde iré que tú no estés conmigo? Si subo al escalo al monte más alto, huyendo de mi mismo, ahí me esperas tú. Si trepo el árbol más grande de la zona para sentirme fuerte, ahí en mi negligencia, y en los dolores musculares, estás tú protegiéndome. Si voy a la calle en bicicleta, ahí pedaleando vas conmigo. Si voy a una reunión a casa de CVX, ahí entre los hermanos estás tú. Si voy a la Facultad de Teología a una clase que me resulta aburrida, ahí, en mi distracción estás conmigo. Arriba, abajo, al centro y en las orillas de la ciudad, adentro y afuera, a dónde vaya, a dónde esté, ahí estás tú, sosteniéndome siempre. Aunque vaya guiado por el puro placer y abuse de la comida, a pesar de mi falta de disciplina en el ejercicio físico y espiritual… ahí, en mis compensaciones y dis...