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Mostrando entradas de julio, 2008

Sobre el Amor en el 95

Adríán Gallardo González 18 de enero de 1995 1:30 p.m. No hay amor más bello que el que se lleva dentro. Que el que se le tiende como manto a los demás, el más trabajado, el que es correspondido y madura junto con el ser amado, el que prospera, el que golpea, el que es disimulado pero esta presente en la persona amada, la que contagia a los que saben de ese amor oculto cuando prospera dentro del otro ser, cuando avanza poco pero se cree que se avanza una eternidad. El amor no se sana ocultar, solo se trata de hacerlo. Cuando llega no estas preparado, puede ser fatal para tu ser. Tiene que se cultivado como se cultivan las palabras en el pensamiento, como se admira el vuelo del águila extendiendo sus alas hacia lo venidero. La libertad se debe admirar como la luna en la oscuridad. Debe ser como la inmensidad del universo, cuidarse como lo más bello, lo mas preciado, porque puede llegar a haber muchos pero no tan sanos como el primero y el último, como el que vives, es el mejor porque es

Siembra y cosecha

Eduardo Anaya 19 de diciembre de 1995 Manzanillo “Lo importante no esta en el obrar, sino en sentir tu obra, en estar satisfecho y agradable a los ojos de Dios después de entregarle tu cosecha”. Si bien es cierto que la vida a veces nos trae complicaciones, problemas y angustias, también es cierto que todos los momentos bellos que en ella hemos pasado son de inmensurable riqueza. Las penas nos habrán destrozado pero más al fondo ya no se puede estar. Y una de las características de la condición humana es la de seguir adelante: pelear por lo que creemos, por lo imperecedero, por la felicidad. Es por eso que a menos que no tengamos ni un poco de estima por nosotros mismos, - el gran valor que tal vez se necesite para alimentarnos y descansar-, podremos levantarnos y continuar. Empezar de nuevo si es necesario, pero siempre con la frente en alto. Porque aunque hayamos cometido el peor de los crímenes, si nos arrepentimos y realmente queremos arreglar reparar el daño que hemos hecho, habrá

Carta que me invita a Amar

12 de julio de 2008 Mi querido Lalo: Me alegra que te gusten y te ayuden mis mensajes. Y que espero que lo estés disfrutando bien con tu hermana y tus sobrinos. Yo de vacaciones, escribiéndote ahora cuando puedo, de un lado para otro, disfrutando de este tremendo calor que a la vez nos agobia y nos llena de vida y de energía. Y es que es verano y se nota por estos pagos. Julio, cuyo nombre se debe a Julio César, que modificó el calendario romano, está haciendo honor a su fama de mes caluroso y plenamente veraniego. Y en verano, España entera se va de fiesta. Miles de celebraciones festivas de todo tipo inundarán este país de alegría desbordada, a pesar de la crisis económica seria que se nos avecina. Y es que es un rasgo humano, no sólo español, la necesidad de celebrar, y en grupo mejor, y apostar por la vida que es más fuerte que todas las experiencias decepcionantes y adversas que podamos vivir. Claro que disfrutar la vida no es huir de la realidad, ni sólo exprimirla a través del a

Gracias por la familia y la mar

Días de playa, disfrutando de miembros de mi familia nuclear: Mis dos hermanas, mis dos sobrinos, mi cuñado y su buen primo Alexander. Diego de mis ojos, sobrino de alegrías, gracias por tu sonrisa, por tu mirada valiente. Me diste plenitud, vida, presencia Divina... José Héctor de mis abrazos, gracias por tu ternura, por tus preguntas necias, por tus piernas veloces y tus llantos caprichosos. Me diste luz, anhelos, bendición, el primer nieto de mis padres. Hermana Ana María, gracias por tu esfuerzo y tu entrega. Me diste paz, experiencia, madurez, cariño. Hermana Martha Angélica: Gracias por tus silencios, por tu dedicación, por tus sueños secretos, por tu compañía frente al mar. Me diste gratitud, misterio, ganas de conocerte más y mejor, llegará tu sueño, cualquiera que sea. Tu sabes luchar... Gracias Dios, por tantas bendiciones recibidas en una semana frente a las costas del pacífico, por las tardes soleadas, por las mañanas nubladas, por el correr de las olas, por mis pies desc