Cada vez más flaco, Manuelito, no puede ni levantar las manos, esta jorobado, todo el día sentado en una silla… con los ojos llorosos. Es un anciano excomulgado de su familia y esclavo de su esposa que no se deja ayudar por los vecinos, ni por familiares que aprecian a “su viejito”…
¿Cuál es la experiencia de Iglesia? ¿Cómo viven estos dos ancianos la comunión? ¿Cuál es la labor más conveniente de los novicios? ¿Llevar la comunión cada ocho días, hacerle la barba y cortarle el pelo cada mes será suficiente?
Un alcohólico necesita poner de su parte para salir del problema. Pero este anciano no puede ni moverse… apenas puede hablar…y lo peor, a veces sólo tiene una comida al día… entre 2 y 3 de la tarde que consiste en cuatro o cinco tortillas con un vaso de leche, y no vuelve a probar bocado hasta el otro día. Su esposa, la segunda por haber enviudado, hace los quehaceres de la casa y le da de comer a sus pollos, vaca, gatos… antes que a “su viejito”. El otro día que fuimos a visitarlos vimos como ella se negaba a darle un vaso de agua con el pretexto de que le iba a hacer daño por estar en ayunas todavía. Eran casi las tres de la tarde.
Al parecer es obsesivo-compulsiva con la limpieza, por lo que hemos visto nosotros y lo que cuentan sus vecinos que tantas veces les han querido ayudar regalándoles comida. Y ella lo que ha hecho es tirarla, desperdiciarla.
Además Manuelito padece de Parkinson y otros achaques propios de su edad y no siempre le dan su medicina a sus horas. Sabemos que tiene hijos en Guadalajara pero que la última vez que estuvo allá lo corrió un yerno… y así volvió al rancho. Manuelito dice que no le gusta vivir en la ciudad, que quiere morir en su rancho.
¿Cómo responde nuestra Iglesia a esta realidad? ¿Qué podemos hacer por estos hermanos nuestros? ¿Brotará una respuesta a esta urgencia pronto o reaccionaremos demasiado tarde? ¿Me gustaría acabar así mis días, con hambre, con frío, sucio, con dolor y sin medicinas, abandonado por mi propia sangre?
Recordar Mt 25
¿Cuál es la experiencia de Iglesia? ¿Cómo viven estos dos ancianos la comunión? ¿Cuál es la labor más conveniente de los novicios? ¿Llevar la comunión cada ocho días, hacerle la barba y cortarle el pelo cada mes será suficiente?
Un alcohólico necesita poner de su parte para salir del problema. Pero este anciano no puede ni moverse… apenas puede hablar…y lo peor, a veces sólo tiene una comida al día… entre 2 y 3 de la tarde que consiste en cuatro o cinco tortillas con un vaso de leche, y no vuelve a probar bocado hasta el otro día. Su esposa, la segunda por haber enviudado, hace los quehaceres de la casa y le da de comer a sus pollos, vaca, gatos… antes que a “su viejito”. El otro día que fuimos a visitarlos vimos como ella se negaba a darle un vaso de agua con el pretexto de que le iba a hacer daño por estar en ayunas todavía. Eran casi las tres de la tarde.
Al parecer es obsesivo-compulsiva con la limpieza, por lo que hemos visto nosotros y lo que cuentan sus vecinos que tantas veces les han querido ayudar regalándoles comida. Y ella lo que ha hecho es tirarla, desperdiciarla.
Además Manuelito padece de Parkinson y otros achaques propios de su edad y no siempre le dan su medicina a sus horas. Sabemos que tiene hijos en Guadalajara pero que la última vez que estuvo allá lo corrió un yerno… y así volvió al rancho. Manuelito dice que no le gusta vivir en la ciudad, que quiere morir en su rancho.
¿Cómo responde nuestra Iglesia a esta realidad? ¿Qué podemos hacer por estos hermanos nuestros? ¿Brotará una respuesta a esta urgencia pronto o reaccionaremos demasiado tarde? ¿Me gustaría acabar así mis días, con hambre, con frío, sucio, con dolor y sin medicinas, abandonado por mi propia sangre?
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