Ahora que Jorge está en pleno Simposio celestial departiendo con sus amigos más íntimos: Kierkegaard, Platón y Nietzsche; compartiéndoles su diáfano Tonaya y agradeciéndoles lo que lo hicieron pensar e imaginar durante más de cincuenta años como amante de filosofía; quiero dedicarnos a nosotros, los que aquí seguimos filosofando, unas líneas en su memoria. Para muchos es conocido aquello que decía Jorge respecto de su posición ante la filosofía. Manzano decía que no se consideraba un filósofo, que no era maestro de filosofía, sino aprendiz de filosofía, siervo de la filosofía. ¿Humildad o presunción? ¿Quién se atreve a enjuiciarle? En su vida de peregrino tras los pasos de la angustia kierkergaardiana también se asumía pobre, pecador, limitado… En este mismo sentido, ahora les contaré una anécdota de su vida que él nos compartiera hace ocho meses y que me marcó profundamente. Tal vez esta sea la mejor herencia que pudo dejarnos. “-Sean perfectos como s...
"Si esperas a sanar tus heridas y estar bien contigo mismo para después amar y servir, no alcanzarás la mayor plenitud humana, la que resulta de dar-te a los demás desde un amor profundo y un servicio alegre" @Lalovixi