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Mi experiencia en CODEHUTAB

Eduardo Anaya Sanromán

Mi experiencia colaborando con el Comité de Derechos Humanos de Tabasco, A.C. (CODEHUTAB) en el proyecto de Tiendas de descuento para campesinos damnificados por la inundación de 2007 ha sido muy positiva.

Empecé a colaborar con el CODEHUTAB en Agosto de 2007 y lo primero que hice fue estudiar la teoría básica de los derechos humanos. Chuche, el director del Comité nos recomendó a mi y a Manuel, mi compañero prenovicio, que leyeramos unos cuadernillos y algunos libros que nos dieran nociones y claridad en cuanto a los derechos económicos, sociales, culturales y ambientales. (DESCA). Fue muy relevante para mi el saber que la Comisión Nacional de Derechos Humanos y sus delegaciones en diferentes estados únicamente trabajan para la promoción de los Derechos Civiles y Políticos. Me parece muy interesante que nuestros derechos se extienden a todas las áreas de la vida. Derecho a la salud, a la educación, a un medio ambiente limpio, etc.

Luego de tener esta inducción, a petición del director empecé a ver cosas relacionadas con el impacto al medio ambiente derivado de la actividad de Pemex en el estado de Tabasco. La idea era dar seguimiento a un anteproyecto de investigación en conjunto con una universidad del sistema Ibero. Existe la hipótesis de que algunas enfermedades son causadas por la contaminación que genera Pemex en sus procesos de extracción, ya que contamina agua, suelo y aire. La intención es ubicar en un “atlas de riesgo” las comunidades en las que hay personas enfermas y comprobar si efectivamente han enfermado a causa de la contaminación. Si esto se comprueba se podrían emprender acciones de defensa y promoción de derechos de las personas (a la salud y a un medio ambiente limpio) obligando a Pemex y sus compañías de servicios a que acaten todas las normas ambientales internacionales y a resarcir a las familias afectadas. Visite algunas instalaciones de Pemex y me fui enterando de las diferentes problemáticas con las personas de las comunidades, y de la negligencia y abusos que han llegado a cometer las autoridades. Empecé a leer documentos y a ponerme al tanto. Realmente es irónico que siendo Tabasco uno de los estados con mayor producción de petroleo sea también uno de los más pobres del país.


Estaba apenas encontrándole “sabor al caldo” cuando se vino la terrible tragedia de la inundación que dejó a la mayor parte del estado bajo el agua. El desastre mas grande de los últimos 50 años en Tabasco y uno de los más grandes en la historia de nuestro país. En CODEHUTAB tuvimos reuniones frecuentes para ver que podíamos hacer. Se trabajo mucho y se pudieron conseguir diferentes fuentes de recursos para ayudar a la población tabasqueña. Gracias a Dios hubo algunos donativos nacionales y extranjeros de instituciones relacionadas con Derechos humanos y de otras instancias, así como de bienhechores particulares. Se visitaron muchas comunidades y caímos en la cuenta, con la ayuda de agencias internacionales como Diakonia (Alemania) y Catholic Relief Services (CRS) de que una vez pasada etapa de emergencia, se presentarían problemas económicos para las comunidades de Tabasco, especialmente para las familias que dependen del campo.

Ante este escenario es que se decidió montar Tiendas de Descuento (vendiendo al 50% de costo a los beneficiarios del proyecto). Para incentivar la producción y estimular la economía familiar de las familias campesinas se vendieron machetes, limas, palas, coas, semillas, cavahoyos, etc, y también semillas de pepino, sandia, cilantro y tomate. Hubo dos entregas de pollos para engordar con su alimento. Y para suavizar los meses de carestia post-inundación se venden alimentos de canasta básica: azúcar, aceite, arroz, frijol, huevo, maíz, sal, leche, pasta y café. También se ofrecen detergente, jabón de mano y cloro.

Primero nos costó mucho trabajo coordinarnos para lograr comprar y abastecer las tiendas de la mejor forma. Los compañeros del CODEHUTAB no estábamos acostumbrados a manejar este tipo de situaciones. Empezamos a reunirnos para establecer los procesos y para diseñar formatos. Hubo varias reuniones en las que fuimos ajustando asuntos para lograr que las tiendas tuvieran todo lo necesario.

Fue difícil conseguir las básculas, en muchas ferreterías no había. Buscamos con varios proveedores y las encontramos. No habíamos “dominado” completamente la situación de las tres tiendas locales, cuando empezamos a trabajar, comprar y administrar otras tres tiendas, las foráneas, que se abrieron en los municipios de Centla, Jalpa y Macuspana. Los proveedores no llegaban en la hora programada a las tiendas de estas tiendas foráneas, y esto nos causo muchas molestias.

Cuando las cosas ya habían tomado su rumbo y aparentemente marchaban sobre ruedas, empecé a notar que caía en la trampa de la rutina. Me empecé a sentir como empleado de una empresa.

Como alguien que tenia que dar cuentas de todo y maximizar las utilidades. Me llegue a sentir solo, como si quisieran que yo les resolviera todo a los demás. En algunos momentos me sentí sin apoyo de los demás compañeros del Comité. Tras semanas de reflexión descubrí que no debía sentirme así, y decidí hacer cambios en mi actitud para darle otro sentido a mi trabajo. Hablé las cosas, fui aceptando la ayuda de los demás y sus opiniones. Entonces recuperé el rumbo original, y le dí más fuerza al sentido cristiano de mi actuación. Me percaté de que a través de mis compañeros y de mi, Dios estaba trabajando para llevar el pan y la esperanza a la mesa de muchas familias.

Como prenovicio, me sentí haciendo algo útil, aportando mis conocimientos y experiencia en administración, compras y ventas. La vida me trajo aquí, y creo que pude servir de forma adecuada a nuestros hermanos que lo perdieron todo.

Me dí cuenta de esto porque con nuestro proyecto beneficiamos a más de 350 familias directamente, aproximadamente 4000 personas pobres con nombre y apellido que vivieron la inundación y siguen sufriendo las consecuencias de la carestía y la escalada de precios en la canasta básica.

No siempre las cosas fueron como yo quise. A veces se tardaba el trámite del pago, muchas veces los proveedores no llevaban la mercancía en la hora indicada, y a veces nos faltaba algún producto en las tiendas. Nada fue perfecto, ni la administración más profesional del inventario, ni la mejor administración del gasto. Esto tengo que reconocerlo. Pienso que mucho se debe a que las tenderas no tenían formación ni experiencia en manejo de tiendas. Pero en la distancia puedo ver que hemos logrado mucho más como equipo aunque las cosas no fueran “perfectas” como yo al principio deseaba.

El proyecto esta en su recta final, termina en julio, y la intención del CODEHUTAB es dar continuidad a los beneficiarios, para que se organicen y se constituyan núcleos promotores de derechos humanos en sus comunidades. Ahora termina mi ciclo de colaboración con este proyecto post -inundación y me siento satisfecho y agradecido por haber podido ser parte de este equipo de CODEHUTAB.

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