DE LOS CORTADORES DE CAÑA
La mayoría de los cortadores son de Guerrero y hablan la lengua tlapaneca, ( se escucha como una mezcla entre el japonés y alguna lengua africana…) De repente están hablando y no se si estarán hablando de nosotros. Sobre todo durante los primeros días siento que fuimos comidilla de varios de ellos.
En nuestra cuadrilla, después de Guerrero, sigue el estado de Morelos como origen de los cortadores.
De los de Guerrero varios son familiares o amigos del cabo Rene. Algunos son yernos como Beto o Delfino y otros solamente conocidos de su región de la sierra a quienes llama cada año a la zafra. La inmensa mayoría ya han estado trabajando por varios años en el corte de caña así que tienen experiencia y mucha habilidad. Camilo, por ejemplo, ha trabajado para otros ingenios, cerca de Guadalajara, y me contó que allá no hacían montones y le pagaban por metros lineales de caña tumbada y despuntada.
Los más jóvenes de la cuadrilla alrededor de 13 años y los más experimentados, como Fidel, andan rondando los 50.
DEL AMBIENTE DEL ALBERGUE Y/O GALERA
Todo el día prácticamente hay ruido. Lo más común es la música de diferentes aparatos a todo volumen. Pero la que mas fuerte se oye es la rockola de la tiendita de Susana y Armando.
Lo que me ha costado mucho es que los de los cuartos vecinos encienden a veces sus grabadoras a las 3 o 4 a.m. y no se diga la noche de sábado para domingo, porque recién rayados (pagados) y muy “gustosos”, arman la borrachera, y la música es lo más importante después de la cerveza y el tonaya.
Además los malditos gallos que duermen aquí enfrentito empiezan a cantar desde la madrugada. Uno en especial trae otro horario porque el desgraciado diario canta a las 3 de la mañana, y no una sino 10 o más veces consecutivas. No se puede hacer mucho al respecto, puesto que los gallos de pelea son de Cesar, el hijo del cabo, quien esta explorando la posibilidad de hacer fortuna apostándole a sus gallos...
DE LAS MUJERES DE LA GALERA
Para muestra un botón. Estoy sorprendido, admirado, impresionado, conmovido y más… por los trabajos diarios que hace doña Martina, esposa del cabo. Ella es un modelo de mujer abnegada, (o sometida), esposa y madre, que tal parece vive sólo para servir a su familia.
Se levanta a las 3 a.m. a cocinar el almuerzo y a preparar los lonches. Durante la mañana hace su quehacer. En las tardes lava ropa, trastes, etc… no para, me consta que no para. Las hijas casadas (o más bien, juntadas) le ayudan a veces pero ella es la que lleva la mayor carga.
Hoy le ayude a bajar el nixtamal de la hornilla y me costó mucho trabajo. Era una cubeta metálica de 19 litros. Y ella lo hace 2 o 3 veces por semana para tortear lo que se consume entre sus familiares y sus asistidos. Es bastante bajita así que le cuesta mucho cargar y seguramente por eso le duelen la espalda y la cadera, acarreando agua en cubetas, moviendo cosas pesadas, por los años que cortó caña…en fin… Por tanto tiempo de trabajar como mula se ve que ha envejecido prematuramente, sus arrugas hablan. Me quede impresionado cuando nos dijo que tenía menos de 50 años.
DE LAS CONDICIONES DE LAS INSTALACIONES DE LA GALERA.
La galera ocupa un terreno de unos 100 por 80 metros. Hay tres puertas que dan a la calle. Nosotros solemos entrar por la puerta central. Diríamos que es la principal porque por allí entra todo mundo y porque por esa abordamos el autobús la mayoría de los cortadores, y por esa misma entramos al regresar de la jornada de trabajo.
Entrando a mano izquierda se encuentra la tiendita de la hija del cabo, bien surtida, con su rocola y sus tradicionales maquinitas para bajarle los centavos a los niños. Entrando a la derecha, el primer cuarto es el del cabo, y en dos o tres cuartos contiguos tienen como bodega y vive la mayor de las hijas.
Nosotros estamos ubicados a unos 50 metros de la casa del cabo, en otro de los tres edificios principales que forman el conjunto. Nos separa del edificio del cabo una cancha de basketball y dos salones de clases. Y hacia abajo la misma cancha nos separa del tercer edificio grande, donde viven los cortadores de la cuadrilla del cabo Cesareo.
Nuestro edificio tiene a espaldas dos baños que siempre están sucios. Uno no tiene agua en el deposito, y otro no tiene deposito. Así que a los dos hay que echarles el tradicional cubetazo después de “exprimir el boli” o “tirar el miedo”. A un costado de los baños está la pila de agua que se comunica bajo cinco lavaderos de ropa, en donde se hace de todo, desde lavar ropa y machetes, pasando por bañar niños y hasta lavar pollo, pescado y otros alimentos para preparación.
Todo mundo se baña a jicarazos junto a los excusados de los dos baños. Conviene bañarse junto al que tiene depósito porque ahí se puede colocar con más seguridad la jícara, el estropajito y la jabonera. La toalla y la ropa se puede colgar sobre la puerta, donde tendría que haber un vidrio, o en una lima oxidada clavada en la pared. Algunos calientan agua, pero la mayoría se baña con el agua a temperatura ambiente, eligiendo hacerlo en las horas de más calor.
Casi todos los cuartos tienen afuera una hornilla para cocinar. Las parrillas están embotadas de cochambre y algunas tienen recuerdos de gallinas o de otros animalitos. En las paredes viven pequeños primos de las cucarachas, que en mi tierra llamamos tatazcuanes. Les gusta vivir allí porque siempre hay algo de comida y porque se protegen del frió en las noches dentro de los agujeritos de las paredes que quedan calientitas.
Nosotros tenemos la suerte de que en nuestro edificio tenemos gas gratis, porque los del edificio de abajo tienen que ir a la leña al cerro o comprar gas por su cuenta.
A lo largo y ancho de la galera se puede uno encontrar con perros, gatos, gallinas, pollitos… y hasta un burro, que de cuando en cuando hace como hacen los burros.
Hay un salón abandonado y lleno de basura junto a la cancha de basket. Nos dijeron que antes allí les daban desayunos a los niños y también algunas pláticas a los adultos. El piso, antes de duela, esta podrido, muy sucio y maltrecho. Las ventanas están todas rotas.
No hay basureros fijos en la galera. Las señoras usan bolsas que tienen afuerita de sus cuartos. Una buena parte de la basura se quema en diferentes puntos, y otra parte se saca para que la recoja el camión cada tercer día. Los pasillos, la brecha de tierra, los lavaderos y “los jardines” están ordinariamente llenos de envases de refresco, empaques de comida chatarra, bolsas etc. De cuando en cuando los familiares del cabo barren, pero la galera no dura limpia mucho tiempo.
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