Xalisco a 3 de febrero de 2010
Tú, niño, insolente amasijo de emociones que vienes mañana y tarde a buscar amor y a ofrecer el tuyo.
Tu, niño pendenciero, gritón y oloroso, que vienes a nuestro encuentro cada día al bajar del camión, para ofrecernos tu ayuda cargando el machete o el galón, y así, recibir un poco de atención.
Tú, niño imprudente, grosero y buscapleitos, que me llenas a veces de coraje y a veces de dolor, porque me haces ver lo frágil, lo falso que soy.
Tú, niño inoportuno y aprovechado, que llegas a mi cuarto, no tocas la puerta, gritas y te metes a mi espacio como si fuera tuyo, y que así me confrontas, me sacas de mis casillas, me incomodas, y sólo buscas un pedazo de comida, un trago de agua sola, unas migajas de amor…
Tú, niño jacalero, malcriado y ruidoso, que me pides que juegue contigo eternamente, que no sabes estar en paz y me haces confirmar cuanto hace falta un padre presente y no solo un padre proveedor.
Tú, niño inocente, tierno, víctima de las circunstancias, juzgado y sin amor, perdona mi egoísmo, mi indiferencia y desencanto cuando vienes a mi puerta, cuando entras en mi cuarto inoportuno, alegre y gritando.
Cuando vienes a mi encuentro cuando llego del trabajo y cargas mi machete, mi galón…
Cuando insistes y me pides que juegue contigo día tras día, hora tras hora, buscando sólo un poco de atención.
Perdón por mi impaciencia y mi rechazo, pero es que me ha costado, y aún me cuesta ver que en Ti esta mi salvación, y que lejos estoy de ser como tu, niño esperanzado, para recibir la paz, para disfrutar en el Reino de Dios.
Tú, niño sin amor, y a la vez lleno de ternura, tú no tienes la culpa de tu situación, tienes apenas cuatro años y has sufrido mucho por la falta de cariño, de un trato humano, paternal…
Perdona mis reacciones, mis cosquillas violentas, el apretón de brazo, pero es que no he sabido descubrirme indefenso. Reflejas mi niñez, proyectas mi renuncia y me haces cuestionarme mi estado y mi misión.
Niño sonriente, fiel amigo, ayúdame a quererte y aceptarte, tierno siervo de Dios. No dejes de tocar, no dejes de buscarme, mi niño y Salvación…
Tú, niño, insolente amasijo de emociones que vienes mañana y tarde a buscar amor y a ofrecer el tuyo.
Tu, niño pendenciero, gritón y oloroso, que vienes a nuestro encuentro cada día al bajar del camión, para ofrecernos tu ayuda cargando el machete o el galón, y así, recibir un poco de atención.
Tú, niño imprudente, grosero y buscapleitos, que me llenas a veces de coraje y a veces de dolor, porque me haces ver lo frágil, lo falso que soy.
Tú, niño inoportuno y aprovechado, que llegas a mi cuarto, no tocas la puerta, gritas y te metes a mi espacio como si fuera tuyo, y que así me confrontas, me sacas de mis casillas, me incomodas, y sólo buscas un pedazo de comida, un trago de agua sola, unas migajas de amor…
Tú, niño jacalero, malcriado y ruidoso, que me pides que juegue contigo eternamente, que no sabes estar en paz y me haces confirmar cuanto hace falta un padre presente y no solo un padre proveedor.
Tú, niño inocente, tierno, víctima de las circunstancias, juzgado y sin amor, perdona mi egoísmo, mi indiferencia y desencanto cuando vienes a mi puerta, cuando entras en mi cuarto inoportuno, alegre y gritando.
Cuando vienes a mi encuentro cuando llego del trabajo y cargas mi machete, mi galón…
Cuando insistes y me pides que juegue contigo día tras día, hora tras hora, buscando sólo un poco de atención.
Perdón por mi impaciencia y mi rechazo, pero es que me ha costado, y aún me cuesta ver que en Ti esta mi salvación, y que lejos estoy de ser como tu, niño esperanzado, para recibir la paz, para disfrutar en el Reino de Dios.
Tú, niño sin amor, y a la vez lleno de ternura, tú no tienes la culpa de tu situación, tienes apenas cuatro años y has sufrido mucho por la falta de cariño, de un trato humano, paternal…
Perdona mis reacciones, mis cosquillas violentas, el apretón de brazo, pero es que no he sabido descubrirme indefenso. Reflejas mi niñez, proyectas mi renuncia y me haces cuestionarme mi estado y mi misión.
Niño sonriente, fiel amigo, ayúdame a quererte y aceptarte, tierno siervo de Dios. No dejes de tocar, no dejes de buscarme, mi niño y Salvación…
Comentarios