Muy querido Lalo:
¿Cómo van transcurriendo tus días y tu vida? ¿Bien la salud, la familia, tu comunidad, el apostolado, la alegría de vivir? Yo estoy bien, contento, siempre viendo lo bueno y positivo de las cosas y de la vida. No puedo quejarme de nada. Soy muy afortunado y bendecido, y entre esas bendiciones está tu amistady tu cariño, que estoy seguro permanecerán eternamente. ¡GRACIAS!.
Lo que sigue sin cambiar tampoco mucho es el mundo y sus repetitivas trágicas realidades de sufrimiento, dolor y muerte, en la mayoría de los casos producidas por la intervención humana. Esta vez le tocó a Argentina, que llora las víctimas de un terrible accidente ferroviario en Buenos Aires que pudo haberse evitado. Como siguen amontonando muertos inocentes en Siria (y perdona que siga recordando en cada mensaje a este martirizado país) bajo la pasividad internacional, que cínicamente aplica un doble rasero según sean sus intereses, como también es el caso del Tíbet, que está experimentando una revitalización de sus sentimiento independentista respecto a China, con la muerte “a lo bonzo” de varios monjes budistas y activistas, mientras el gigante asiático sigue aplicando sin piedad una política de represión y de silencio. Pero, claro, es China, y nadie se atreve a protestar ni a denunciar estos atropellos contra los Derechos Humanos para no perjudicar las relaciones comerciales y los intereses económicos. La ética, desgraciadamente, al servicio y sometida a la política y a las estrategias socioeconómicas mundiales. Mientras tanto, Irán sacando pecho y desafiando al mundo con el “montaje” de sus centrales nucleares e Israel amenazando con atacar si las cosas se ponen feas para él. Y Europa y España sumidas en una crisis que no parece tener salida inmediata ni a medio plazo y que está llevando a recortar seriamente el llamado Estado del Bienestar, con medidas impopulares que irán acrecentando el descontento ciudadano, que ven recortados muchos derechos laborales y sociales, también sanitarios y educativos, mientras muchas veces contemplan con estupor e indignación cómo políticos y banqueros desfilan por los banquillos de la corrupción o engrosan sus cuentas con sueldos, indemnizaciones y pensiones millonarias. También es verdad que mucha gente, al menos en España, ha vivido por encima de sus posibilidades, que ha gastado lo que no tenía, endeudándose por años, y ahora estamos pagando las consecuencias de nuestra irresponsabilidad que alentaron los propios bancos que ahora niegan el crédito a empresas y particulares. Y esto hace inevitable una mayor austeridad. Pero es inhumano e injusto que paguen esta situación los ciudadanos de a pie y que se esté abriendo cada más la brecha entre ricos y pobres, como demuestran los datos del último informe de Cáritas, al tiempo que aumentan las familias sin ninguna prestación económica y las que son desahuciadas por no poder pagar una hipoteca que los propios bancos fomentaron, y que ahora deben saldar con la entrega de las viviendas y además seguir pagando intereses.
Por eso necesitamos una profunda reforma no sólo económica sino ética y humana. Son imprescindibles nuevos cimientos para edificar el edificio social desde otros parámetros que no sólo sean los economicistas. Debemos esforzarnos por hacer nacer un mundo nuevo y mejor sobre las bases de la justicia y la solidaridad que se besarán así con la paz y la libertad. Este tiempo de Cuaresma que los cristianos hemos iniciado es una excelente ocasión para ir al desierto como Cristo fue durante cuarenta días, y enfrentar nuestros propios demonios y tentaciones, las mismas que vivió el propio Jesús y que se siguen repitiendo, las del materialismo, la avaricia y las ansias de poder, para contraponer un vida basada en los valores de la Palabra de Dios que es Palabra humanizadora, liberadora, socializadora y solidaria. Esa Palabra que hizo caminar al paralítico que Jesús curó en el Evangelio del domingo pasado y al que le dice que “con fe, se puede todo”. Palabra de solidaridad expresada en quienes no se cansan de intentar ayudar a los que lo necesitan, como aquellos que ayudaron al paralítico a llegar hasta Jesús, incluso abriendo un boquete en el techo y hacerlo descender en su camilla para que Jesús lo viera. ¡Qué hermoso ejemplo que se repite en tantas personas que no se arredran ante las dificultades, problemas, adversidades y horizontes sombríos y pesimistas! Tantos seres humanos que aportan su granito de arena para erradicar el sufrimiento de los demás. Somos tú y yo que estamos llamados cada día a acompañar y sanar tantas heridas emocionales, espirituales, familiares, educativas, físicas, simplemente con el bálsamo terapéutico de nuestra sonrisa, nuestra amabilidad, nuestra cercanía y acogida, nuestra palabra de ánimo, nuestro abrazo y nuestro beso de ternura. Porque de eso se trata, de hacer lo poco o mucho que se pueda hacer, con mucho amor, con la esperanza de que sirve y para mucho.
Es verdad que con eso no cambiamos todo el mundo, ni con eso se elimina el hambre y la miseria del mundo, ni las guerras ni la violencia, pero sin duda que con pequeños gestos y los de tantos otros millones de personas en todo el mundo, vamos fraguando una inmensa cadena de solidaridad que va cambiando y mejorando la vida de muchos seres humanos que nos necesitan, como tú lo haces.
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Por cierto, no sé si sabes que yo nací en Andalucía, en el sur de España, y como hoy 28 de Febrero es el Día de Andalucía, te mando un vídeo para que te hagas idea de lo bella que es mi tierra (casi, casi como tu querido México, jajaja).
Diego.
POEMA: SI PUEDES…
Si puedes amar, debes comprender el odio. Si conoces la serenidad, debes reconocer la ira. Si puedes aceptar, puedes perdonar. Si puedes recordar, debes aceptar el olvido. Si puedes triunfar, debes aceptar la derrota.
Si expresas tus ideas, debes aceptar la crítica. Si hablas, debes aprender a escuchar y mantenerte en silencio. Si actúas con honestidad, debes entender la traición. Si valoras la inteligencia, debes reconocer la mediocridad. Si caes, debes aprender a levantarte y empezar de nuevo. Si atesoras como mayor riqueza los sentimientos puros, debes mantenerte leal a ellos.
Si rechazas la avaricia, si conoces la humildad, si practicas la caridad, si reconoces la valentía, si aceptas al cobarde, sabrás que dentro de ti habitan todos ellos. Sólo así podrás distinguir y seguir el mejor camino, y una vez elegido, mantener la constancia y el coraje de seguirlo...
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