Eduardo Anaya Sanromán
19 de abril de 2008
Leyendo, a veces leyendo es como quiero callar mi voz y mi escritura. Viene un artículo de revista, lo tomó, lo termino y me receto el anterior y el posterior, luego hago como que acomodo el escritorio y me encuentro otro librito, entonces me reviento una o dos páginas. Unas voces me dicen: “Absorbe, absorbe, lee más… todavía no estas listo… no tienes buena ortografía…además ¿de que vas a escribir tu? Si tu no tienes ideas claras…”
Y simultáneamente otras voces me gritan: “vamos!, enfréntate con la hoja en blanco, deja que fluyan de ti algunas ideas, plásmalas en unas líneas y dales forma, confróntate a ti mismo!!!”
Quisiera tener el valor de escribir siempre lo que siento. Quisiera poder expresar en un texto todos los estados de ánimo en los que transito.
Pero la vida, no da para mucho…O la vives o te vive. No se, tal vez sea alguna treta, pensar que debo dedicarme completamente a la acción y no registrar los sentimientos en el papel.
Pienso para mis adentros que primero debo leer mucho, absorber, aprender, conocer y ver el mundo de diferentes ópticas, y ya llegará el momento en que pueda expresar mis criterios. Pero a veces creo que esperar es una falsa humildad. Podría ser un mecanismo de defensa para no exigirme a mi mismo que dedique tiempo a escribir, a intentarlo, siendo que, paradójicamente, es un gusto para mi.
¿Acaso tú temes hacer lo que te gusta o te llama la atención?
No se si Jesús, al que yo pretendo estar siguiendo, anotaba, registraba, llevaba un balance de cada día… creo que más bien tenía como secretario al Espíritu Santo y Este le iba recordando los pendientes… Yo que se, lo único que se es que a veces quiero escribir para acordarme en un año o dos, o diez, si los vivo, y poderme decir a mi mismo: “Mira, que bonito!, que cosas tan profundas y ciertas escribías Lalo, que bien!”
Aunque por otro lado debo reconocer, que cuando empecé a leer los borradores de las cartas y las poesías que les escribía a mis novias en la secundaria y preparatoria, me sentí muy apenado por mi calidad literaria, me critique duramente, y ese es el riesgo de escribir y expresarme hoy… Creo que es el miedo que muchos tenemos, y que a tantos paraliza: el escribir y luego, meses o años mas tarde decirnos: “¿pero que es esto Dios mío? ¿Qué estaba pensando? ¿A quién se le ocurre escribir sobre esto y así?”
En fin, por ahora ya exprese este sentimiento, de escribir, o no escribir, total, en mi ambigüedad, me inclino más por aquélla frase que dice; “Prefiero arrepentirme por lo que hice, que por lo que no hice”
Y tu que me estas leyendo, ¿que opinas amig@?
¿Por qué dejaste de escribir? ¿Porqué no te animas a hacerlo si te llama la atención?
¿Temes a lo que los demás digan de tus textos o te temes a ti mismo?
¿Te autoboicoteas? ¿Qué tal juegas ese deporte?
Y lo más importante: ¿Qué piensas hacer al respecto?
¿Fundamos una asociación de escritores frustrados o….?
19 de abril de 2008
Leyendo, a veces leyendo es como quiero callar mi voz y mi escritura. Viene un artículo de revista, lo tomó, lo termino y me receto el anterior y el posterior, luego hago como que acomodo el escritorio y me encuentro otro librito, entonces me reviento una o dos páginas. Unas voces me dicen: “Absorbe, absorbe, lee más… todavía no estas listo… no tienes buena ortografía…además ¿de que vas a escribir tu? Si tu no tienes ideas claras…”
Y simultáneamente otras voces me gritan: “vamos!, enfréntate con la hoja en blanco, deja que fluyan de ti algunas ideas, plásmalas en unas líneas y dales forma, confróntate a ti mismo!!!”
Quisiera tener el valor de escribir siempre lo que siento. Quisiera poder expresar en un texto todos los estados de ánimo en los que transito.
Pero la vida, no da para mucho…O la vives o te vive. No se, tal vez sea alguna treta, pensar que debo dedicarme completamente a la acción y no registrar los sentimientos en el papel.
Pienso para mis adentros que primero debo leer mucho, absorber, aprender, conocer y ver el mundo de diferentes ópticas, y ya llegará el momento en que pueda expresar mis criterios. Pero a veces creo que esperar es una falsa humildad. Podría ser un mecanismo de defensa para no exigirme a mi mismo que dedique tiempo a escribir, a intentarlo, siendo que, paradójicamente, es un gusto para mi.
¿Acaso tú temes hacer lo que te gusta o te llama la atención?
No se si Jesús, al que yo pretendo estar siguiendo, anotaba, registraba, llevaba un balance de cada día… creo que más bien tenía como secretario al Espíritu Santo y Este le iba recordando los pendientes… Yo que se, lo único que se es que a veces quiero escribir para acordarme en un año o dos, o diez, si los vivo, y poderme decir a mi mismo: “Mira, que bonito!, que cosas tan profundas y ciertas escribías Lalo, que bien!”
Aunque por otro lado debo reconocer, que cuando empecé a leer los borradores de las cartas y las poesías que les escribía a mis novias en la secundaria y preparatoria, me sentí muy apenado por mi calidad literaria, me critique duramente, y ese es el riesgo de escribir y expresarme hoy… Creo que es el miedo que muchos tenemos, y que a tantos paraliza: el escribir y luego, meses o años mas tarde decirnos: “¿pero que es esto Dios mío? ¿Qué estaba pensando? ¿A quién se le ocurre escribir sobre esto y así?”
En fin, por ahora ya exprese este sentimiento, de escribir, o no escribir, total, en mi ambigüedad, me inclino más por aquélla frase que dice; “Prefiero arrepentirme por lo que hice, que por lo que no hice”
Y tu que me estas leyendo, ¿que opinas amig@?
¿Por qué dejaste de escribir? ¿Porqué no te animas a hacerlo si te llama la atención?
¿Temes a lo que los demás digan de tus textos o te temes a ti mismo?
¿Te autoboicoteas? ¿Qué tal juegas ese deporte?
Y lo más importante: ¿Qué piensas hacer al respecto?
¿Fundamos una asociación de escritores frustrados o….?
Comentarios