Hay una virgen que me dio mucha confianza. Es nuestra Señora de Bonaterra. Forma parte del retablo de la capilla del campus de la Universidad Panamericana de Aguascalientes. En esa capilla, mirando a la Virgen y sintiéndome mirado y amado por ella, pase muchos ratos de oración. Fueron meses muy hermosos, porque todos los días, sin faltar, la visitaba. Me ponía de rodillas y le pedía a mi Señor, contemplando a nuestra Madre, que me concediera la fuerza y el ánimo para ser un hombre de bien. Ella fue testigo del proceso en que me fui enamorando de Atala. Recuerdo que yo le decía mucho a Dios, como una moción interna: “Todo en Tus manos”. Quizá fueron mis primeras oraciones de silencio y recogimiento interior porque de verdad confiaba, abandonaba mi vida en El. Y la vida fue muy bella por entonces. María intercedió por mi ante su Hijo y todo, todo lo que yo necesitaba me fue concedido.
Esa capilla tan acogedora fue para mi como un oasis en el desierto, con Jesús en el sagrario y la Virgen como testigo constante y fuente de muchas consolaciones. Allí entendí algunas cosas que me parecían inentendibles. Me sentí profundamente amado y creo que yo trataba de llevar ese Amor que recibía a todas las personas y lugares que iba. Ya estaría yo en el último año de la carrera cuando más amor y fuerza recibía allí. Luego continué visitando a la Virgen en esa sencilla capilla cuando iba a la especialidad los viernes y sábados.
“Gracias Santa María de Bonaterra porque en Ti encontré mucho consuelo.
Sentí Tu Amor y tu protección, que hoy sigo sintiendo”
Hoy lo repito Señor: “Todo en tus manos”.
Esa capilla tan acogedora fue para mi como un oasis en el desierto, con Jesús en el sagrario y la Virgen como testigo constante y fuente de muchas consolaciones. Allí entendí algunas cosas que me parecían inentendibles. Me sentí profundamente amado y creo que yo trataba de llevar ese Amor que recibía a todas las personas y lugares que iba. Ya estaría yo en el último año de la carrera cuando más amor y fuerza recibía allí. Luego continué visitando a la Virgen en esa sencilla capilla cuando iba a la especialidad los viernes y sábados.
“Gracias Santa María de Bonaterra porque en Ti encontré mucho consuelo.
Sentí Tu Amor y tu protección, que hoy sigo sintiendo”
Hoy lo repito Señor: “Todo en tus manos”.
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