por Carlos Rodríguez
su amor me hace intolerable la injusticia.
Bendigo la presencia del Señor,
que se encuentren con Él los obreros y se alegren.
Canten conmigo a Dios,
celebremos que no quiere que le llamemos
maestro sino amigo.
Determínense a llamarlo y Él les responderá,
organizará un banquete para festejar.
Enumero rasgos de su humanidad:
ira, alegría, bondad e indignación.
Forzosamente tuvo tristeza, sintió temor, tentaciones,
respetó a cada uno en su situación.
Gozó con el que ve la vida con ojos de Dios,
su rostro es otros, contagia serenidad.
¿Hay alguien que crea que este Dios nos hizo
ricos y pobres, y que la competencia y
el mercado sean la redención de la colectividad?
Idólatra y ateo quien así lo crea,
pero aún ellos tendrán otra oportunidad.
Jamás un pobre clamó al Señor y no lo escuchó,
que la esperanza no le falte al pobre que desespera;
kilos de maíz y de frijol para el trabajador,
que la tierra sea de quien la trabaja.
Lamento que muchos digan creer
y pocos se comprometan.
El Señor cuidará los huesos del justo,
ni uno solo se quebrará.
Maldad no conoció su corazón,
de la maldad y del malicioso guarde al trabajador.
No acabaré de repetir que al que grita Dios lo escucha,
fortalece al abatido y salva al atribulado.
Otorgó la vista al ciego y su respeto a la mujer,
para cada quien tuvo el gesto oportuno y la palabra exacta.
Por Dios que no me canso de engrandecer su nombre,
de indagar para encontrar, de buscar
para hacer su voluntad.
Que agradecido estoy al que me dio fuerzas,
por la confianza que me tuvo al designarme
para su servicio.
Recorran su propia historia y verán:
¿quien confió en el Señor y quedo defraudado?
Sabe el Señor sacar a los trabajadores de la prueba,
saca fuerzas la trabajadora de la gracia
que tiene en el Mesías Jesús.
Tu poder no esta en el número
ni tu imperio en los guerreros;
eres el Dios de los humildes,
defensor de los desanimados.
Una noche dijo el Señor a Pablo:
"no temas, sigue hablando, Yo estoy contigo".
Viendo al gentío le dio lástima de ellos,
porque andaban fatigados y decaídos
como oveja sin pastor.
Yo iré delante de ti allanándote los cerros;
y tú, compañero mio no temas;
no te asustes compañera.
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