Para comenzar:
1. Elegir un lugar que anime a estar en silencio, con tranquilidad.
2. Dedicar un tiempo a serenarse, para que el cuerpo también entre en oración.
3. Pedirle a Dios la gracia de ver, oír y sentir su Voluntad.
4. Considerar los siguientes puntos y ponerle atención a aquello que más resuene en el corazón.
Conocimiento interno de Jesús
El conocimiento interno de Jesús es progresivo, permanente. Su manifestación es inagotable, encierra tesoros de sabiduría, concentra la plenitud del amor. No es posible acabar de conocerlo. Siempre habrá algo por conocer de él.
Este conocimiento interno no sólo se suscita en la mente, en la vida cotidiana uno refleja qué tanto ha profundizado en ese conocimiento interno. En este sentido, lo que se propone es ir a la experiencia del día a día y revivir con la imaginación los hechos, los encuentros y las personas que nos llevan a conocer más a Jesús.
Puntos.
a) Cuando pedimos amar a Jesús, no pedimos un movimiento espontáneo, sino provocado. Si, por una parte, nos parece sentir en nuestro interior un manantial de afecto que busca salida y comunicación. ¿Cómo traslado mi afecto por Jesús a las personas?
b) Cuando pedimos amar más a Jesús, pedimos un don que puede llenar de sentido la vida. Es decir, pedimos amar para seguir más de cerca. Puede suceder que sigamos a Jesús, pero a cierta distancia, porque si nos acercamos mucho, puede llevarnos por caminos arduos. ¿Cuál es la distancia que he interpuesto en mi encuentro con Cristo?
c) Jesús concentra la experiencia humana entera y fundamental, a nosotros nos corresponde desdoblarla y extenderla en muchas circunstancias. ¿Cómo puedo seguirlo/imitarlo en el día a día?
d) El conocimiento desemboca en el amor. Y el amor por Jesús se articula en muchas realizaciones. ¿Cómo vivo el amor de amistad? ¿Cómo alimento el amor de fraternidad?
Para continuar:
5. Quedarse en silencio, dejando que lo meditado llene el corazón y surjan los sentimientos.
6. Después de unos minutos, se deja hablar al corazón con Dios. Es preciso hablar con libertad y espontaneidad, como si se estuviera hablando con una amistad.
7. Hacer silencio para sentir lo que Dios quiere comunicar, porque es mucho más importante lo que Él nos quiere decir que lo que nosotros le queremos decir.
Para terminar
8. Se le agradece a Dios por el regalo que haya dado.
9. Revisar con qué sentimiento quedo (paz, alegría, confianza, etcétera), si hubo claridad en algo, si alguna idea cobró fuerza. Se escribe lo que más nos llamó la atención. (invitación, deseo, movimiento espiritual.)
10. Se finaliza agradeciéndole a Dios este encuentro y se le pide ayuda para poner en obra lo que Él nos ha indicado. Se reza un Padre Nuestro y una Ave María.
1. Elegir un lugar que anime a estar en silencio, con tranquilidad.
2. Dedicar un tiempo a serenarse, para que el cuerpo también entre en oración.
3. Pedirle a Dios la gracia de ver, oír y sentir su Voluntad.
4. Considerar los siguientes puntos y ponerle atención a aquello que más resuene en el corazón.
Conocimiento interno de Jesús
El conocimiento interno de Jesús es progresivo, permanente. Su manifestación es inagotable, encierra tesoros de sabiduría, concentra la plenitud del amor. No es posible acabar de conocerlo. Siempre habrá algo por conocer de él.
Este conocimiento interno no sólo se suscita en la mente, en la vida cotidiana uno refleja qué tanto ha profundizado en ese conocimiento interno. En este sentido, lo que se propone es ir a la experiencia del día a día y revivir con la imaginación los hechos, los encuentros y las personas que nos llevan a conocer más a Jesús.
Puntos.
a) Cuando pedimos amar a Jesús, no pedimos un movimiento espontáneo, sino provocado. Si, por una parte, nos parece sentir en nuestro interior un manantial de afecto que busca salida y comunicación. ¿Cómo traslado mi afecto por Jesús a las personas?
b) Cuando pedimos amar más a Jesús, pedimos un don que puede llenar de sentido la vida. Es decir, pedimos amar para seguir más de cerca. Puede suceder que sigamos a Jesús, pero a cierta distancia, porque si nos acercamos mucho, puede llevarnos por caminos arduos. ¿Cuál es la distancia que he interpuesto en mi encuentro con Cristo?
c) Jesús concentra la experiencia humana entera y fundamental, a nosotros nos corresponde desdoblarla y extenderla en muchas circunstancias. ¿Cómo puedo seguirlo/imitarlo en el día a día?
d) El conocimiento desemboca en el amor. Y el amor por Jesús se articula en muchas realizaciones. ¿Cómo vivo el amor de amistad? ¿Cómo alimento el amor de fraternidad?
Para continuar:
5. Quedarse en silencio, dejando que lo meditado llene el corazón y surjan los sentimientos.
6. Después de unos minutos, se deja hablar al corazón con Dios. Es preciso hablar con libertad y espontaneidad, como si se estuviera hablando con una amistad.
7. Hacer silencio para sentir lo que Dios quiere comunicar, porque es mucho más importante lo que Él nos quiere decir que lo que nosotros le queremos decir.
Para terminar
8. Se le agradece a Dios por el regalo que haya dado.
9. Revisar con qué sentimiento quedo (paz, alegría, confianza, etcétera), si hubo claridad en algo, si alguna idea cobró fuerza. Se escribe lo que más nos llamó la atención. (invitación, deseo, movimiento espiritual.)
10. Se finaliza agradeciéndole a Dios este encuentro y se le pide ayuda para poner en obra lo que Él nos ha indicado. Se reza un Padre Nuestro y una Ave María.
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