Día 2. Ubicación existencial. Día de
Reyes. 6 de febrero
Hoy contemplé el primer amanecer desde la
parte más alta de la cubierta del crucero. Hacía frió pero yo sentía mi corazón
caliente. Todavía se alcanzaba a ver la costa de la que zarpamos. La mayoría de
las luces del puerto seguían apagadas.
En
este Crucero Espiritual cada quien va trayendo a la memoria su historia, va
entrando en su interior y escuchando poco a poco al propio corazón. Hay algunos
que tienen días soleados y mareas tranquilas, mientras que otros pasan por
terribles tormentas eléctricas y son golpeados por olas gigantescas. En la
“noche oscura” varios prefieren continuar navegando; pero hay otros que deciden
– tristemente- descender del barco en el puerto más próximo. Y es que somos tan
diferentes, como diferentes son nuestras historias. De modo que nadie puede
juzgar a otro pasajero por la decisión tomada, sea que se baje o que permanezca
en el crucero. Cada cual tiene su propio tiempo para buscar y encontrar su
Tierra anhelada.
Después del desayuno le conté a mi
capitán que tuve unos sueños extraños por la madrugada y me recomendó que no
tratara de interpretarlos sino más bien de orarlos y ponerlos frente a Dios.
Eso es lo que haré.
Llego a este
viaje (Ejercicios
Espirituales) con sentimientos encontrados. A ratos muy agradecido por la
consolación intensa del Mochilazo[1],
mi visita a Tabasco y a mi familia en Lagos y Querétaro, y a ratos desganado, nostálgico por lo que he dejado
otra vez (familia, amigos, independencia…). Vengo de ver diferentes realidades
que me confrontan por su enorme contraste. Por un lado, la pobreza y la
marginación de los hermanos tzeltales en Chiapas (especialmente de la comunidad
de Tzubutel) y el encuentro fraterno con los buscadores del Dios de la Vida, mis hermanos peregrinos
del Mochilazo. Y por otro la realidad de la clase media mexicana, en la que se
encuentra mi círculo social original, en el que tenemos acceso a la educación y
a la salud privadas, mejores oportunidades de trabajo y la posibilidad de
vacacionar en la playa cada año, entre otras cosas.
Estos contrastes me confirman en la
noción de que no existe algo así como un México, sino que hay muchos Méxicos.
Y yo soy testigo de que el México de los
pueblos originarios es muy diferente al de los mestizos que habitamos las
ciudades medias y grandes. El México de los municipios de Tabasco no es el
mismo que el de Villahermosa la capital. El México de la Sierra de Veracruz no es el
mismo que el del Puerto o el de Xalapa. El México de los cortadores de caña en
las galeras de Nayarit (en su mayoría guerrerenses y oaxaqueños) no es el mismo
que el de Tepic. Hay, pues, muchos
Méxicos…
Comencé así mi viaje espiritual, con la
consciencia de la enorme disparidad
económica y social de las diferentes ciudades y pueblos que visité en
diciembre 2011: Aguascalientes, Ags; San Luis Potosí, SLP; Fresnillo, Zacatecas;
Tancítaro, Cherán, Morelia, Michoacán; Chiapas, Plátano y Cacao, Tabasco;
Puerto Vallarta y Lagos de Moreno, Jalisco;
Querétaro, Qro; y León, Guanajuato.
Una de mis alegrías en diciembre fue que
regresé a Tabasco después de casi cuatro años (prenoviciado). Tuve la
oportunidad de compartir buenos momentos con la comunidad jesuita de la “Parroquia
de San José y Nuestra Señora de los Remedios”, y también la fortuna de visitar
la comunidad “González primera” en la que viví experiencias que me marcaron de
por vida en 2007-2008. Comí con la familia que me recibió en su casa, visité
algunas familias, y en la noche del 24, estuve con todo el pueblo celebrando la Misa. El padre “Pirri” me
permitió dirigir unas palabras a los congregados. Fue un mensaje de
agradecimiento por tantas bendiciones recibidas a través de ellos en mi
prenoviciado y de aliento para este año que comienza.
Muchas cosas pasaron en el 2011 que ya
terminó. Cursé el segundo y tercer semestre de la licenciatura en Filosofía y
Ciencias Sociales; en Semana Santa estuve de misiones en San Luis de la Paz, Guanajuato; volvieron los
viejos demonios de la competencia y la comparación; investigué sobre la Explotación Sexual
Infantil en México[2];
seguí participando en el equipo de la Red Juvenil Ignaciana de Occidente, en Agosto me
cambié de comunidad y llegué a la casa “14”, me alejé de algunos hermanos y me acerqué
a otros…
Recuperé
algunas de las mociones principales del año: ante la prisa y el activismo, la
pausa y la respiración para conectar conmigo y con Dios. Ante la imagen y el
ensimismamiento, ver y escuchar al otro, ubicarme como hermano. Ante el miedo a
la crítica, compartir, ayudar, actuar espontáneamente, sin pensar tanto… La
pregunta resurge: ¿Dónde está tu corazón Lalo? y la respuesta me deja algo
insatisfecho.
Le pedí a Dios que me permita ver y
reconocer mis fallas, mis actitudes egoístas, pero no sólo eso, sino que
también clarifique los medios concretos para ordenar mis afectos. “Dame la
gracia para seguir caminando como jesuita, si es tu voluntad. Yo te quiero
abrir mi vida, mi corazón, con todas mis debilidades, con mis logros y
fracasos, con mis ganas y con estas heridas… Abre mi corazón y haz que eche
raíces en Ti”.“Examíname oh Dios – mira mi corazón -, ponme a prueba y conoce
lo que siento. Fíjate si es que voy por mal camino – y guíame por la antigua
senda”. (Sal 139,23)
Y las luces empezaron a llegar. Leyendo
el Génesis encontré una nota en la Biblia Latinoamericana
que confrontó mi tendencia activista: “Dios nos enseña a descansar. Sabe el
peligro que hay para nosotros en hacernos esclavos de nuestras actividades, de
modo que no veamos más que el exterior de ellas, olvidando que todo es para
Dios. Un día, de siete, le está consagrado para detenernos, acallar nuestras
preocupaciones, mirar a nuestros familiares y relacionar todo lo que hacemos
con la venida del Reino de Cristo. (Biblia Latinoamericana,1974: 14)
Otro de los frutos de este día fue ver
todo lo bueno que hice durante el año. A veces tendemos a ver sólo lo negativo.
Somos jueces muy duros de nosotros mismos. Una mirada negativa siempre provoca
insatisfacción. Necesitamos reconocer todo lo bueno que hay en nuestra vida,
ver, agradecer y valorar todas las cosas que hemos hecho por los demás y, en
última instancia, por Dios.
Por la tarde me llamó la atención un
versículo en el que Dios le habla a Ananías para que vaya a quitarle las
escamas que le impedían ver a Pablo: “Anda, pues este hombre me será un
instrumento muy valioso y dará a conocer mi nombre, tanto a los paganos y a sus
reyes como al pueblo de Israel. Yo le mostraré todo lo que tendrá que sufrir
por mi nombre” (Hch 9,15)
Bueno,
pues son las 11:00 p.m., hora de dormir. Me voy a la cama después de ver esta
preciosa luna llena. Me preguntó si en tierra también verán la luna y las
estrellas como los que vamos en este crucero.
Mañana
será un día emocionante. Dejaremos la cosa para internarnos en Mar Abierto y
los de mi grupo haremos nuestra primera inmersión. Estoy algo nervioso. Bajaré
a la profundidad de mi mismo para reconocer la causa de mis fallas y sus
consecuencias.
[1] Mochilazo jesuita 2011, en http://www.vocacionesjesuitas.org/vive/mochilazo-jesuita.html
[2] La Explotación Sexual
Comercial de Niños, Niñas y Adolescentes es un fenómeno real en nuestro país,
por más que queramos invisibilizarlo los gobiernos y la sociedad civil. Tenemos
mucha terea en este rubro.
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