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Alcoholismo y Gracia

Apuntes sobre la Gracia en medio del alcoholismo

Por Eduardo Anaya Sanromán

El alcoholismo desgarra sin piedad a las familias de estas comunidades rurales de Tabasco.

He conocido ya varios hombres que durante algún periódo de su vida estuvieron profundamente enviciados. Ellos estan enfermos de alcoholismo y luchan cada día para no tener una recaida. Son héroes que se han puesto a servir a sus hermanos, y que en la entrega a los demás han descubierto las perlas de la felicidad y la fuerza para no volver al vicio.

Algunos son casados, que durante muchos años trataron mal a su esposa y a sus hijos. Fueron infieles a sus mujeres y no apoyaban con nada para sostener a la familia. En el mundo hay miles y millones de tristes historias de muerte y destrucción que tienen su raíz en el alcoholismo.

Otros hombres son todavia solteros, y es que empezaron a tomar muy chicos, tal vez desde los trece o catorce años hasta enfermarse de alcoholismo. Varios de ellos han tocado fondo y se han rehabilitado, o estan tratando de hacerlo. Veo que no hay ninguno de los que yo haya conocido que crea que se he rehabilitado por merito propio. Todos reconocen que es por Gracia de Dios que han logrado salir del vicio y casi todos, además de trabajar y ser útiles a la sociedad, se han buscado un apostolado y colaboran en alguna misión en la Iglesia, han querido comunicar su experiencia de Dios a otros hermanos.

Esto es para mi un gran signo de esperanza. Puedo ver como Dios se vale de hombres que en algún momento estuvieron tan alejados y luego los va transformando para que se comprometan con la extensión del Reino. En el fondo cada jóven, cada hombre estuvo buscando la felicidad, (Dios) como todos la buscamos y ellos creyeron que la encontrarían en el alcohol y la parranda. Pero tarde o temprano se dieron cuenta de que eso no los conducía a la felicidad, sino que al contrario, su afición se había convertido en una enfermedad que los hacia sentir cada vez mas solos y vacios, los hacía esclavos y estaban afectando a sus familiares y amigos.

Varios son los jóvenes y adultos que han sido tocados en lo profundo de su corazón por la gracia de Dios y que han respondido con intensidad a su llamado. Estos hombres son testigos del infinito y personal amor que Dios les tiene. La idea de ser un hombre de Dios suena muy romántica, pero se requiere más que romanticismo para serlo. Se necesita de una fortaleza bien arraigada en el desprendimiento, del olvido de uno mismo y de un gran espíritu de mortificación.

El hombre alcoholico que tiene 7, 10, 15 o más de 20 años sin tomar es un héroe al cual todos debemos respetar y admirar. Yo en lo personal estoy impresionado al ver todo el bien que estan haciendo muchos hombres que en el pasado estuvieron perdidos en el alcohol. Ellos trabajan juntos, saben lo que es ser alcoholico y realizan misiones como grupos para que otros también tengan vida en Jesús.

Posiblemente la mayoría de las personas nunca hemos tenido problemas con el alcohol ni con alguna droga, pero todos tenemos algun vicio oculto, tenemos alguna adicción que necesitamos combatir: soberbia, amor propio, ira, gula, lujuria, avaricia, envidia, etc. Algunos reconocen su adicción y otros todavia no queremos reconocerla. La felicidad de la que podemos gozar en esta tierra comenzaremos a vivirla después de enfrentar el reto de combatir esa adicción personal, esa mala tendencia, esa enfermedad que nos tiene esclavizados.

Seremos más felices si logramos vencernos a nosotros mismos. Y para eso no estamos solos. Jesús nos acompaña en la lucha porque El vino a la tierra para liberar a los cautivos; vino para sanar a los enfermos; vino a llamar a los pecadores.

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