23 de mayo de 2004
En el puerto, sin poder encallar, me mantengo a la deriva.
Tengo miedo de salir de mar abierto, no me quiero atar a tierra en ningún lado.
A la deriva se vive como aventurero, se aprenden cosas, pero voy entendiendo el riesgo que existe de naufragar. Quiero salir vivo en este viaje único, que es mi vida y mi única oportunidad de Amar.
Van pasando las estrellas que son señales para seguir mi rumbo, a veces tranquilo, a veces fatal.
Vientos nuevos empujan mis velas, aires llenos de sal llenas mis pulmones.
Se va acostumbrando mi cuerpo al nivel del mar.
El sol me va acompañando en cada día de trabajo y la lluvia no ha faltado para refrescar el espíritu. E
En mi cumpleaños amaneció lloviendo.
En este puerto siempre hay movimiento.
Poco de lectura, mucho de oficina.
Tiempos de llamadas, escribir correos.
Qué ventaja es la tecnología pero en ocasiones ¡cómo pesa la información en línea!.
Eduardo Anaya Sanromán
En el puerto, sin poder encallar, me mantengo a la deriva.
Tengo miedo de salir de mar abierto, no me quiero atar a tierra en ningún lado.
A la deriva se vive como aventurero, se aprenden cosas, pero voy entendiendo el riesgo que existe de naufragar. Quiero salir vivo en este viaje único, que es mi vida y mi única oportunidad de Amar.
Van pasando las estrellas que son señales para seguir mi rumbo, a veces tranquilo, a veces fatal.
Vientos nuevos empujan mis velas, aires llenos de sal llenas mis pulmones.
Se va acostumbrando mi cuerpo al nivel del mar.
El sol me va acompañando en cada día de trabajo y la lluvia no ha faltado para refrescar el espíritu. E
En mi cumpleaños amaneció lloviendo.
En este puerto siempre hay movimiento.
Poco de lectura, mucho de oficina.
Tiempos de llamadas, escribir correos.
Qué ventaja es la tecnología pero en ocasiones ¡cómo pesa la información en línea!.
Eduardo Anaya Sanromán
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