03.05.07
Por Eduardo Anaya Sanromán
Muchas veces nos desvivimos por alcanzar ciertas metas y no disfrutamos del proceso, no somos amables con los demás, nos encerramos en nosotros mismos y no aprovechamos cada día para ser felices. Una persona puede ser feliz desde el mismo momento en que se lo proponga. Nuestra actitud ante la vida es lo que hace que nos sintamos bien o mal.
Todos hemos caído en el error de pensar que seremos felices cuando se cumplan ciertas condiciones o cuando alcancemos ciertas metas, y nos pasamos usando y abusando de la expresión “hasta que”....
“Seré feliz hasta que tenga novio (a), hasta que termine la universidad, hasta que trabaje y gane mi propio dinero, hasta que compre el coche que quiero, hasta que tenga el puesto tal, hasta que me case, hasta que tenga mi propia casa, hasta que viaje a determinado lugar...” y se puede agregar una larga lista de situaciones, que hemos considerado condiciones para ser felices.
¿Pero porque esperar para ser feliz? ¿Por qué condicionar nuestra felicidad a un tiempo y lugar determinados de nuestra existencia? ¿Quién nos asegura que el día de mañana seguiremos en este mundo?
Creo que hay varias razones por las que los seres humanos caemos en la trampa de los “hasta que´s”. La educación y la formación que hemos recibido de nuestros padres es una de las razones principales. Pero también tenemos razones propias que hemos mecanizado y que nos llevan a ponernos metas para decir que seremos felices en tal o cual momento. Incluso hay razones personales inconscientes. A veces estamos seguros de lo que queremos, pero perdemos el sentido porque no sabemos para que lo queremos. Pensamos en tener un coche por ejemplo, y trabajamos desesperadamente para poder comprarlo, durante el proceso nos desvivimos y nos amargamos, y luego por fin llega el día en que podemos comprarlo; lo tenemos y después de una semana en la que nuestros conocidos nos felicitan por el logro se nos pasa la euforia de la nueva adquisición y poco a poco empezamos a sentirnos incómodos, como extraños, como antes de tener el coche, y nos preguntamos: ¿Acaso no es este coche lo que quería? ¿Acaso no me dije que sería el más feliz cuando tuviera este modelo? Y vamos cayendo en la cuenta de que vivimos un proceso de ahorro desesperante y un desgaste personal intenso para comprar el coche y confirmamos después de algún tiempo que en realidad ya con el coche, tampoco somos felices.
Este es sólo un ejemplo de la compra de un coche, pero aplica de la misma forma para los demás satisfactores o metas que nos hemos propuesto en la vida.
Así muchos estamos siempre descontentos e inconformes con lo que tenemos y envidiamos a los demás porque poseen algo que nosotros queremos.
Tomando en cuenta este ejemplo del coche, es importante reconocer que los bienes materiales nunca van a saciar la sed de felicidad que tenemos los seres humanos.
¡Y cuantos hemos puesto nuestra felicidad en el dinero, el coche, o la casa!
La clave para ser feliz es que valoremos y disfrutemos lo que tenemos HOY.
Nuestro ser requiere de experiencias más profundas que de verdad nos llenen el corazón. Necesitamos un alimento que va más allá de la materia para sentirnos bien. Lo que nos llena de verdad es la convivencia con las demás personas, la satisfacción del deber cumplido, la alegría de habernos atrevido a ayudar a alguien cuando lo necesitaba, muchos grandes hombres nos han dejado esta lección: “Busca la felicidad de los demás y empezarás a ser feliz”.
Algunos no vivimos el presente con intensidad, desperdiciamos todas las horas de un día sin haber sonreido, sin haber charlado, sin haber abrazado, y así se nos van los meses y los años. Vivimos como en un juego de tennis constante peloteando nuestra felicidad entre el pasado y el futuro, sin vivir con gusto e intensidad nuestro presente.
El pasado ya se fue y el futuro no es nuestro. Dejemos de vivir aferrados al pasado, creyendo que ya nunca seremos felices como lo fuimos en alguna etapa de la vida. En nosotros esta el decidir si hoy queremos ser felices, y cada quien es responsable de su propia felicidad.
El futuro es algo incierto, más incierto que ganarse la lotería, así que ¿para que preocuparnos tanto por lo que va a pasarnos y que caso tiene vivir a medias siempre atemorizados? Es importante pensar en el futuro y buscar cierta estabilidad, pero no debemos dejarnos llevar por la angustia y el miedo en los días que vivimos. Hay que trabajar para alcanzar nuestras metas pero viviendo el proceso con alegría y con paz.
“Solo yo puedo poner los medios para vivir mi vida con una actitud positiva, para enfrentar los problemas de la vida con valor y serenidad, para ser feliz HOY”.
Algunos han trabajado como locos, y han perdido su salud para tener mucho dinero, pero...
¿De que me sirve el dinero si no puedo disfrutarlo con la enfermedad que me tiene atado a una cama?
Otros han sacrificado a su familia por mucho tiempo para tener cierta posición económica, y cuando el dinero les sobra, se dan cuenta de que han perdido a su familia, pero...
¿De que me sirve tener una buena cuenta en el banco, casa, coche y otras comodidades, si no tengo con quien compartirlos?
Podemos vivir el cielo ya desde este mundo, y también el infierno, depende de ti y de mi el cómo queramos vivir. Cada día es un regalo. Aprovéchalo. Haz felices a los demás para que tu seas feliz.
www.laloanaya.blogspot.com
EAS
Por Eduardo Anaya Sanromán
Muchas veces nos desvivimos por alcanzar ciertas metas y no disfrutamos del proceso, no somos amables con los demás, nos encerramos en nosotros mismos y no aprovechamos cada día para ser felices. Una persona puede ser feliz desde el mismo momento en que se lo proponga. Nuestra actitud ante la vida es lo que hace que nos sintamos bien o mal.
Todos hemos caído en el error de pensar que seremos felices cuando se cumplan ciertas condiciones o cuando alcancemos ciertas metas, y nos pasamos usando y abusando de la expresión “hasta que”....
“Seré feliz hasta que tenga novio (a), hasta que termine la universidad, hasta que trabaje y gane mi propio dinero, hasta que compre el coche que quiero, hasta que tenga el puesto tal, hasta que me case, hasta que tenga mi propia casa, hasta que viaje a determinado lugar...” y se puede agregar una larga lista de situaciones, que hemos considerado condiciones para ser felices.
¿Pero porque esperar para ser feliz? ¿Por qué condicionar nuestra felicidad a un tiempo y lugar determinados de nuestra existencia? ¿Quién nos asegura que el día de mañana seguiremos en este mundo?
Creo que hay varias razones por las que los seres humanos caemos en la trampa de los “hasta que´s”. La educación y la formación que hemos recibido de nuestros padres es una de las razones principales. Pero también tenemos razones propias que hemos mecanizado y que nos llevan a ponernos metas para decir que seremos felices en tal o cual momento. Incluso hay razones personales inconscientes. A veces estamos seguros de lo que queremos, pero perdemos el sentido porque no sabemos para que lo queremos. Pensamos en tener un coche por ejemplo, y trabajamos desesperadamente para poder comprarlo, durante el proceso nos desvivimos y nos amargamos, y luego por fin llega el día en que podemos comprarlo; lo tenemos y después de una semana en la que nuestros conocidos nos felicitan por el logro se nos pasa la euforia de la nueva adquisición y poco a poco empezamos a sentirnos incómodos, como extraños, como antes de tener el coche, y nos preguntamos: ¿Acaso no es este coche lo que quería? ¿Acaso no me dije que sería el más feliz cuando tuviera este modelo? Y vamos cayendo en la cuenta de que vivimos un proceso de ahorro desesperante y un desgaste personal intenso para comprar el coche y confirmamos después de algún tiempo que en realidad ya con el coche, tampoco somos felices.
Este es sólo un ejemplo de la compra de un coche, pero aplica de la misma forma para los demás satisfactores o metas que nos hemos propuesto en la vida.
Así muchos estamos siempre descontentos e inconformes con lo que tenemos y envidiamos a los demás porque poseen algo que nosotros queremos.
Tomando en cuenta este ejemplo del coche, es importante reconocer que los bienes materiales nunca van a saciar la sed de felicidad que tenemos los seres humanos.
¡Y cuantos hemos puesto nuestra felicidad en el dinero, el coche, o la casa!
La clave para ser feliz es que valoremos y disfrutemos lo que tenemos HOY.
Nuestro ser requiere de experiencias más profundas que de verdad nos llenen el corazón. Necesitamos un alimento que va más allá de la materia para sentirnos bien. Lo que nos llena de verdad es la convivencia con las demás personas, la satisfacción del deber cumplido, la alegría de habernos atrevido a ayudar a alguien cuando lo necesitaba, muchos grandes hombres nos han dejado esta lección: “Busca la felicidad de los demás y empezarás a ser feliz”.
Algunos no vivimos el presente con intensidad, desperdiciamos todas las horas de un día sin haber sonreido, sin haber charlado, sin haber abrazado, y así se nos van los meses y los años. Vivimos como en un juego de tennis constante peloteando nuestra felicidad entre el pasado y el futuro, sin vivir con gusto e intensidad nuestro presente.
El pasado ya se fue y el futuro no es nuestro. Dejemos de vivir aferrados al pasado, creyendo que ya nunca seremos felices como lo fuimos en alguna etapa de la vida. En nosotros esta el decidir si hoy queremos ser felices, y cada quien es responsable de su propia felicidad.
El futuro es algo incierto, más incierto que ganarse la lotería, así que ¿para que preocuparnos tanto por lo que va a pasarnos y que caso tiene vivir a medias siempre atemorizados? Es importante pensar en el futuro y buscar cierta estabilidad, pero no debemos dejarnos llevar por la angustia y el miedo en los días que vivimos. Hay que trabajar para alcanzar nuestras metas pero viviendo el proceso con alegría y con paz.
“Solo yo puedo poner los medios para vivir mi vida con una actitud positiva, para enfrentar los problemas de la vida con valor y serenidad, para ser feliz HOY”.
Algunos han trabajado como locos, y han perdido su salud para tener mucho dinero, pero...
¿De que me sirve el dinero si no puedo disfrutarlo con la enfermedad que me tiene atado a una cama?
Otros han sacrificado a su familia por mucho tiempo para tener cierta posición económica, y cuando el dinero les sobra, se dan cuenta de que han perdido a su familia, pero...
¿De que me sirve tener una buena cuenta en el banco, casa, coche y otras comodidades, si no tengo con quien compartirlos?
Podemos vivir el cielo ya desde este mundo, y también el infierno, depende de ti y de mi el cómo queramos vivir. Cada día es un regalo. Aprovéchalo. Haz felices a los demás para que tu seas feliz.
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